Pues bien, estas semanas me ha pasado algo curioso. Mi marido no hace sino preguntarme cosas absurdas, las cuales contesto por contestar. Pero, me guardo esas respuestas que me hacen reflexionar.
Esas en las que recuerdo su voz, su forma de sonreir, coquetear, conquistar, sorprender... pero sobre todo su cara de asombro y comprensión. Fue un amor de verano, de esos que duran solo una semana. ¡Pero menuda semana! Fue intenso, lleno de mil momentos, mil escondidas, prisas, risas... y esa forma de mirarme como nunca antes lo había echo nadie.
Me hizo descubrir cosas que yo misma desconocía de mí, pero sobre todo me permitió vivir en la locura de una semana llena de improvisación.
Pues bien, estos días me he acordado de él. Me hace pensar que ha sido de su vida, ya que los amores de verano son eso, amores que solo se viven un instante. ¿Qué pasaría si me lo encontrara por la calle?¿Me reconocería?¿Me saludaría?
Preguntas que se quedan en el aire, o en mi mente, mientras respondo algo sin sentido para que no descubras mis pensamientos.
imagen de Stonek